Holmes y Watson siguen manteniendo su relación amor/odio mientras se enfrentan a un enemigo al que se nos presenta muy superior a Holmes, a nivel de inteligencia. Hasta aquí todo bien, ciertamente es una secuela entretenida, pero el verdadero problema de la película es el ritmo. Los protagonistas se ven acosados constantemente por sus enemigos y tienen que dar cuanto antes con su objetivo, que se nos presentan demasiadas escenas de acción seguidas de escenas lentas llenas de diálogo.
El director, Guy Ritchie, tiene talento pero ha vuelto a caer en el mismo problema que hizo de las escenas de acción las escenas menos importantes de la primera parte: editarlas con planos de dos segundos y con altos temblores de cámara.
Mucha gente se queja de que está demasiado adaptada a los tiempos modernos: que si Holmes es un payaso, que si tiene mucha acción... Y otras tantas han afirmado que es el Holmes más fiel a la obra de su creador, Arthur Conan Doyle. Yo no soy seguidor del personaje, pero para mi es bastante factible que un hombre que se pasa años y años de su vida encerrado en si mismo, en sus experimentos, llevándolo todo con total metodicidad, acabe siendo como el Holmes excéntrico de estas dos últimas películas.
Es una película sólida, merece la pena verla, pero para la futura tercera parte se debería tomar una dirección diferente ya que si no sí que sería abusar de la fórmula.
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